He perdido a mi sombra en un ocaso
entre el ruido de un paisaje agreste,
por eso me oculto en el celeste
de algún jazmín ausente de fracasos.
Y cuando el frío cubre mis tristezas
o tengo sed de inmiscuirme con la luna,
mi ser sin sombra, con el sol se aúna
como el árbol se arropa de cortezas.
Las hojas del otoño se desangran
como cae la vida sin sentirla,
y me duele la angustia de lo ausente;
por eso suelo abrigarme de presentes
sin el consuelo de a mi sombra asirla,
con pétalos celestes, que no sangran.
Alejandro Schujman: “El límite que los chicos no tienen en las casas no lo
van a poner los docentes, es imposible”
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En el marco del ciclo de charlas que coordinan Argentinos por la Educación
y Ticmas, el autor del reciente “Adolescencia: Un desafío posible” (Ed.
Catarsis...
Hace 3 minutos
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